lunes, 4 de mayo de 2009

¡¡20/100!!

Podría decirse que el Gran Premio de Italia de 1967 es la mejor carrera de la historia de la Fórmula 1. Y hasta quien no esté de acuerdo con dicha postura,seguramente posicionará a esa prueba, disputada en Monza, entre las 3 mejores de la máxima categoría de automovilismo a nivel mundial. También es posible que haya sido la mayor demostración de aptitudes del escocés Jim Clark, quien curiosamente no fue el ganador de un GP con un final digno de Hitchcok.El autódromo Nazional de Monza era bastante diferente al que puede verse hoy día. Sin chicanas, ni tantas vías de escape, el escenario italiano era de los más respetados por su velocidad, extrema en algunos sectores. El Lotus 49 de Clark obtuvo el mejor lugar de salida, con Jack Brabham a sus espaldas. Luego de 68 gitos con el “escocés volador” en el liderato, Brabham saltó a la punta. Y ahí comenzó a gestarse lo que sería una carrera épica.Clark intentó recobrar la punta durante 13 vueltas sin éxito, y posteriormente sufrió con un neumático roto. Una larga detención lo devolvió a pista en la decimoquinta plaza, lejos de la punta y casi sin chances.Brabham luchaba sin respiro contra John Surtees y Jochen Rindt, generando así una lucha que mantenía en vilo a los espectadores, de pie y aplaudiendo uno y cada uno de los doce cambios de posición en el liderato. Nadie podía apostar quien vencería en esa disputa frenética, como tampoco ninguno apostaba por tamaña recuperación del otrora líder: Jim recuperó el giro de la punta primero, y avanzó de manera vertiginosa para volver a colocarse primero ante el delirio total de la multitud, que deseaba nunca finalice la contienda.Ultima vuelta. ¿Podría, semejante carrera, tener algo más reservado para el final? ¿Era necesaria la “frutilla del postre” cuando todos estaban empachados de automovilismo? ¿Soportarian los corazones un nuevo golpe escénico?...El team Lotus estaba preparando la celebración de un triunfo histórico. La gorra de Colin Chapman estaba lista para ser arrojada. Empero, el motor Cosworth del puntero comenzó a sonar diferente. No quedaba más combustible...Paradójicamente, el día que Clark tuvo energía de sobra, su Lotus “tiró la toalla” cerca del epílogo. Desazón total para los británicos, que no podían creer como el auto se dirigía a la meta lentamente, mudo...Brabham y Surtees pasaron a ser protagonistas excluyentes, circulando en el orden apuntado. El primero con un auto homónimo de su apellido, el segundo sobre un veloz Honda. Los metros finales fueron increíbles: circulando a la par, ambos pilotos definieron la prueba más ajustada de la historia por apenas 20/100, prevaleciendo Surtees sobre Brabham. Clark fue tercero con un leve envión, aunque se llevó la mayor ovación, un premio más que importante por tratarse de una cita en la que las manos se enrojecieron por aplaudir a los protagonistas, sea de cualquier nacionalidad o escuadra. Rindt, el otro héroe, culminó cuarto sobe un Cooper.Para la F1, una de las mejores carreras. O la mejor, según quien juzgue. Para Clark, la que lo consagró como uno de los mejores de la historia de la máxima. Y podría haber sido el mejor, si la muerte no lo sorprendía tan temprano.

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