Jim Clark. Uno de los más grandes. El más grande. De no haber terminado trágicamente, seguramente el más grande. Sea cual fuere la opción elegida, algo no tiene discusión: Clark es una de las estrellas que más brillantemente brilla en la constelación de la máxima categoría de automovilismo del mundo, la Fórmula 1, y así lo demuestran las tres opciones para encasillarlo en un hipotético ranking de conductores de la historia: puede ponérselo primero, tal vez tercero, pero jamás más allá del cuarto o quinto lugar. Grande, sin dudas...
El 4 de Marzo de 1936, en Kinkcalsy, Escocia, un matrimonio de granjeros dió a luz a Jim, quien ya a los seis años era un experto conductor de tractores, comenzando así a mostrar para qué había venido al mundo. Papá Clark no veía con buenos ojos la pasión de su niño: prefería que siguiera sus pasos en las actividades rurales, pero el destino y Jim tenían otros planes muy diferentes. Pasados los años, la prohibición paterna seguía firme, por lo que el joven Clark comenzó a correr a escondidas de su familia. Gracias a su amigo Scot Watson, quien le facilitó su DKW, pudo correr y arribar octavo en su debut, fechado un 16 de Junio en Crimond. Tres meses después, en Winfield, muy cerca de la granja paterna, llegó el primer triunfo. La historia comenzaba a gestarse, y ante la popularidad creciente de la fama de Jim, papá decidió que debería apoyarlo. El camino estaba finalmente allanado..
Watson siguió apoyando a su amigo, y merced a una gestión suya llegó la primera prueba importante, un 26 de Diciembre de 1958. Ese día, Clark probó un Fórmula 2. Venía de descollar en Turismo, por lo que la expectativa en torno a su debut monopostista era alta. Claro, nadie salió defraudado: Clark fue apenas un segundo que el experiente Graham Hill, y el reconocimiento a ese trabajo llego en minutos. Colin Chapman, titular del team Lotus y presente en el ensayo, no dudó en ofrecerle uno de sus vehículos. Empero, Jim no sólo era veloz, sino también un hombre de valores y principios: desechó la propuesta por tener un acuerdo de palabra con Reg Parnel, de Aston Martin. Poco tiempo después, el fracaso del proyecto Aston derivó en la unión de una dupla que haría historia, Clark y Chapman.
Los éxitos no tardaron en llegar. Primero en Fórmula Junior, luego en la F2, siempre con dominios apabullantes. El escalón siguiente era la F1, y Clark daba muestras de merecer la chance en la máxima. En el GP de Holanda de 1960, John Surtees debía dejar el comando de su Lotus por coincidir la fecha con una del Mundial de Motociclismo, donde también participaba. Chapman no dudó y colocó al novato en la butaca, debiendo desertar por problemas en la caja. Lejos de desmoralizarse, Clark afrontó su segunda posibilidad , en Bélgica, ilusionado. Pero allí, la muerte de su coequiper Alan Stacey opacó todo, hasta su primer punto en la F1 luego de ser sexto. La idea de abandonar las carreras se hacía día a día más fuerte en la cabeza del escocés, pero finalmente Chapman ganó la pulseada y lo convenció para que siga. No obstante, el destino parecía ensañado. En 1961, en Italia, Wolfang Von Trips estaba listo para ser campeón, pero terminó muriendo y matando a 14 espectadores luego de despistarse por un toque con el Lotus de Jim...Muchas voces de la época acusaron al escocés por tamaña fatalidad, quien finalmente quedó libre de cargos en 1965
En Spa estuvo a punto de abandonar el automovilismo, y la misma pista le dio sobrada revancha. En 1962 logró su primer victoria allí, para posteriormente hilvanar cuatro éxitos seguidos en Bélgica, marca que muchos años más tarde igualaría Ayrton Senna, entre 1988 y 1991. Los GP de Inglaterra y Estados Unidos lo vieron vencedor y esgrimieron como candidato principal a la corona, pero una pérdida de aceite en Sudáfrica, sede de la definición, cambió alegría por decepción en aquella temporada. Con sed de revancha, en 1963 Clark fue contundente en pista. Su Lotus-Climax verde y amarillo fue casi imbatible, ganando 7 de 11 carreras (una marca que también tardó décadas en igualarse o batirse), para ser campeón del mundo por primera vez. En el 64 otra vez la suerte le jugó sucio, cuando el Lotus se detuvo en México a una vuelta de ser bicampeón; en tanto que en 1965 una nueva corona, también con muchos triunfos (6). Ese año Jim descartó Montecarlo, una prueba en la que ostentaba una extraña racha de abandonos yendo en punta, para correr Indianápolis. Acertó, ya que se consagró también en la ya mítico “Brickyard” estadounidense, siendo el primer europeo en ganar en el clasico yanki.
En 1966 las cosas se complicaron para la dupla Chapman-Clark. El reglamento marcó un incremento en la cilindrada, ahora de 3 litros en los impulsores, y eso descolocó al constructor inglés, quien igualmente y a lo largo de su historia siempre sufrió altibajos y vaivenes luego de un éxito resonante. Así, el “escocés volador” ganó solo en Estados Unidos ese año, y en 1967 el hombre de la gorra al aire en cada triunfo renovó motivaciones para volver a entregarle su chofer un arma letal, que venció en Holanda en el estreno del motor Cosworth y pareció edificar un nuevo título a través de halagos en Inglaterra, México y Estados Unidos, aunque la regularidad de Dennis Hulme sirvió más, coronándose con solo dos victorias. Ese año, Clark hizo gala de su aptitud y superioridad sobre el resto en el GP de Italia, considerada la mejor carrera de la historia, en la que perdió un giro con la punta y llegó a liderar cerca del final, pero se quedó sin nafta y cedió ante Surtees y Brabham (ver historia en este mismo blog).
La apertura de certamen del 68 lo vió ganador en Sudáfrica, y otra vez serio candidato. La muerte, por aquellos años, era una amenaza latente en cada carrera, en cada curva, en cada maniobra. Encima, los pilotos la desafiaban varias veces por mes, ya que alternaban la F1 con la F2 o el Sport Prototipo. El 7 de Abril estaban previstas dos carreras: F2 en Hockenheim, Sport en Brands Hatch. Jim eligió los monopostos, su debilidad. En la quinta vuelta de carrera, su Lotus se salio de pista, impactando violentamente en los árboles que rodeaban el trazado, falleciendo el piloto horas más tarde en una clinica de Heidelberg motivo de heridas de extrema gravedad. Nunca se supo la verdad, versiones hubo muchas: desde la rotura de un elemento de suspensión, dicha por Chris Irwin, el piloto que circulaba detrás de Clark, hasta que el escocés debió cambiar de dirección abruptamente por un grupo de chicos que cruzó la pista...
Velocista, confiable, espectacular. Un fuera de serie, como hubo pocos en la historia del mundial. Un piloto que marcó una época, como sólo lo hacen los grandes de verdad. Un talento que se apagó demasiado temprano, cuando aún tenía mucho por dar y ganar.
CLARK EN SUS PROPIAS PALABRAS
“Confieso que he pensado muchas veces en la muerte con respeto y temor. A mucha gente le resulta increíble, pero creo que el miedo tiene un importantísimo lugar en al automovilismo deportivo. Si nada fuera temible, si el instinto no marcara los límites lógicos, cualquier loco estaría habilitado para manejar un auto de carrera, y hasta tendría cierto éxito compitiendo”
“El afecto de la gente me da coraje y me hace bien, estoy convencido de que de no haber tenido buenos amigos no hubiera llegado nunca a ser campeón del mundo. Reconozco que el piloto de grand prix es egoísta porque debe serlo, pero particularmente me aterra la idea de sentirme solo en una pista, en el patio de boxes o el box mismo”
“Hoy, sin los playboys o los talentosos amateurs de hace quince años; hoy cuando la fuerza física no alcanza por si sola para dominar un auto de grand prix, cuando el pequeño error humano de los años 50 podria costar una vida, la publicidad sofistica demasiado nuestra imagen de pilotos y nos transforma en héroes legendarios. Pese a eso, estoy satisfecho por saber que se me aprecia primero como hombre, luego como piloto y recien después como vedette”
“No he descubierto todavía en ningún automóvil pieza más importante que el hombre encargado de manejarlo”
“Nunca me fue necesario quedarme en la pista más de cinco vueltas seguidas durante las prácticas, ni de darle al box más de una o dos indicaciones por vez. Pienso que quien gira hasta hartarse sin tocar nada en el auto o quien ordena hacerle varias modificaciones al mismo tiempo, o es un probador de capacidad sobrehumana o un piloto que desconoce absolutamente la técnica de poner a punto un auto de F1”
“De pronto descubrí que esos hombres (los periodistas), fueron hace diez años atras los que me hicieron enamorar del automovilismo con sus fotos y sus textos”
“Mi familia siempre se opuso a que fuera corredor, y durante aquellas experiencias yo tenia, a pesar de todo, un solo miedo: Hacer el ridículo. Mientras rodaba sobre la pista sufría un terror atroz de solo pensar que cualquier espectador pudiera estar riéndose de mi....Aproximadamente hasta que llegué a sentarme en un Fórmula 1, yo mismo fui mi más grande adversario”
lunes, 18 de mayo de 2009
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Gracias por la información.
ResponderEliminarBuscaba datos de el, de una firma que tengo del año 1967, que dedicó a un tío mío, que también compitió en la inauguración del Jarama en el 67. Y que parece ser que en una comida le firmó.
Un saludo