lunes, 13 de abril de 2009

El que conocía de límites

“ La única forma de conocer los límites es sobrepasarlos”. Frase de cabecera de Joseph Gilles Henri Villeneuve, candiense de Quebec, nacido un 18 de enero de 1960, la misma no era parte de ningún “cassete” o lema demagogo, era sencillamente la forma de vivir el automovilismo de un piloto que todo lo que no generó en la estadística lo obtuvo en imágenes, momentos y recuerdos imborrables.
De ahí que los “tiffosi” y el propio Enzo Ferrari adoraran a Gilles, más allá de haber roto más autos que recibido trofeos. A diferencia de otros “destructores”, caso Andrea De Cesaris, por nombrar quizá al más rompecoches de la historia, Villeneuve era ponderado en las buenas y en las malas porque, sea ganando o entrando a boxes sin muchas partes de su Ferrari, ponía todo en pos de ganar, del espectáculo, y derrochaba pasión en cada curva.
Debutó en la máxima categoría en el GP del Reino Unido de 1977 sobre un McLaren, y el “Comendattore” no tardó en poner los ojos en el. En la misma temporada subió a la Ferrari 312 T2, como tercer piloto de la “Rossa”, detrás de Niki Lauda, campeón de ese año, y Carlos Alberto Reutemann. Junto al argentino conformaron la buena dupla de 1978, cuando “Lole” se llevó 4 triunfos y su joven coequiper debutó venciendo nada menos que en su país, Canadá.
Al año siguiente cedió en la pelea con el título con Jody Scheckter, coronándose subcampeón en el que a la postre sería su mejor temporada, y en la que protagonizó quizá la mejor lucha en la historia de la categoría, cuando peleó durante casi todo el último giro del GP de Francia con Rene Arnoux.
1980 y ’81 no fueron temporadas muy productivas para Gilles, ya que Ferrari poco pudo hacer para disputar el liderazgo con Williams y Brabham, escuderías del momento y que se llevaron las coronas en aquellos años. 1982 marcaba otra tendencia. Con los motores turbo definitivamente instalados en la F1, Ferrari, junto a Renault, aparecían como los teams favoritos a quedarse con el campeonato. Ferrari contrató al francés Didier Pironi, conformando un verdadero “dream team”, pero la convivencia entre ambos se deterioró severamente luego del GP de San Marino, cuando Pironí desobedeció la orden de la escudería y superó a Villeneuve, quedándose con la victoria.
A partir de ese hecho, la competencia entre ambos fue atroz. En Zolder, Bélgica, Gilles salió a bajar el registro de Pironí, quien estaba delante suyo, y en su giro lanzado se encontró con el March del alemán de Jochen Mass, lento, por el radio de giro. Intentar esquivarlo resultó fatal: La Ferrari literalmente “voló”, golpeó la pista y las vallas de contención, y Villeneuve salió despedido del habitáculo. Fue trasladado inconsciente al hospital local, y en la madrugada del 8 de mayo dejó de existir debido a las serias lesiones sufridas.
Su historial marca que participó en 68 GP, con 6 victorias, 14 podios, 2 pole position y 8 record de vuelta. Ávido de desafiar los límites, Gilles supo que los únicos que le restaban conocer eran los de la vida terrenal. Así, partió rumbo al recuerdo eterno, en busca de nuevos desafíos.
Un piloto de raza, de esa raza tan especial que escribe páginas gloriosas riéndose de números y estadísticas. Una raza extinguida en estos días fríos y con poco espacio para soñadores y apasionados.

La “Maldición de Mass”
El día de su debut, salió desde el noveno puesto, con un viejo M23 de McLaren, superando al alemán Jochen Mass En esa única vuelta lanzada, Villeneuve se encontró de golpe con el March de Jochen Mass Su muerte provocó el lógico retiro del equipo Ferrari, lo que permitió partir al primer suplente, que era nada menos que Jochen Mass.

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