Durante 1921, la marca Fiat presentó en el Gran Premio de Italia un nuevo auto, con poderoso motor de ocho cilindros y tres litros de cilindrada. Esa herramienta, bajo la conducción de Pietro Bordino, se adjudicó dicho GP, en Monza, a más de 139 km/h de promedio y dejando en claro todo su potencial, enorme para la época. Cuatro años después, Bordino viajó a Argentina junto al “aparato”, que ya era famoso entre los cultores del automovilismo por comentarios de diarios y revistas y llegó modificado en función del nuevo reglamento internacional: ahora la cilindrada era de dos litros, pero se le había adicionado un compresor para que la velocidad sea la misma. ¿El objeto del viaje? Una exhibición con la máquina, aunque luego de tejió una leyenda sobre el Fiat y su destino final.
Bordino se encontró con un gran problema en Buenos Aires: la falta de un camino para “tirar” el auto demoró el ensayo, hasta que luego de recorrer varias zonas el italiano halló una recta de macadam que unía Morón y Bella Vista, y ahí se realizó la demostración. El auto desarolló nada más y nada menos que 192 km/h, cronometrados por el Automóvil Club Argentino, despertando la admiración de todo el ambiente. Las ofertas de compra no tardaron en llegar, impulsadas por el sueño de los aventureros de la época de manejar un auto de tamaña prestación. Dspués de 30 días de estar ehibido en el centro de la ciudad, el auto y su piloto embarcaron nuevamente rumbo a su país de origen. Sin embargo, había gente que aseguraba que el bólido quedó en Buenos Aires, y que en su lugar viajó a Italia un viejo Ford sin ruedas ni motor. Una versión misteriosa y que respondía, seguramente, al anhelo de muchos soñadores de sentirlo rugir una vez más en alguna recta asafaltada de la creciente Reina del Plata.
lunes, 13 de abril de 2009
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