LA VICTORIA AMARGA
La imagen muestra a un Fangio impasible conduciendo el Mercedes W 196 de ruedas descubiertas en Nürburgring. Es el 1 de agosto de 1954. Marcha hacia el triunfo. Viaja firme hacia la victoria… la victoria amarga. Porque solo él sabe cuánto hubo de costarle subirse a la “Flecha de Plata” y enfocar su mente para concentrase en guiarla a la meta final. Es que el día anterior, en las pruebas clasificatorias para aquel Gran Premio de Alemania, se había matado Onofre Marimón. El amado hijo de Domingo, de su caro amigo “Toscanito”.
En ese ya lejano año de 1954, la Mercedes Benz retornaba a las competencias de forma oficial y Juan Manuel Fangio había sido contratado por la casa germana como piloto principal para conducir sus revolucionarios bólidos. Sin embargo, como los coches estarían listos recién para el Gran Premio de Francia, el balcarceño hizo uso de una opción que le concedía el contrato y arrancó el torneo utilizando una Maserati 250 F, ganando en Argentina y Bélgica. Cuando Fangio se subió al Mercedes en Reims, “Pinocho” Marimón quedó automáticamente como piloto titular en la escuadra del tridente. Ganó el Gran Premio de Roma y se dispuso para encarar la competencia de Alemania a correrse en el “infierno verde” del Nürburgring. Pero sus ímpetus y ansias juveniles le tramaron una trágica jugada. Salió de boxes dispuesto a demostrar su valía sin esperar a Fangio, quien se había comprometido a guiarlo por las traicioneras curvas del trazado germano. El la bajada de Adenau la roja Maserati escapó al control de su piloto, dio un salto rompiendo el cerco de arbustos que bordeaba la pista y se desbarrancó irremediablemente. “Pinocho”, mortalmente herido sobrevivió apenas unos minutos y expiró junto a los restos de su máquina destrozada. Allí, en medio de la Selva Negra, se fue su vida, se apagó el fuego de su talento, se malogró su coraje…
El domingo tanto Fangio como González largaron la carrera, aún con el dolor lacerante por la pérdida del amigo querido. Froilán se mantuvo tercero parte de la prueba pero luego abandonó atormentado, con el corazón en duelo. Fangio se sobrepuso y no solo continuó sino que también ganó. Pero en el podio su rostro se veía abatido, con una triste mueca que apenas contenía el llanto. Había sido aquella su victoria más amarga.
La imagen muestra a un Fangio impasible conduciendo el Mercedes W 196 de ruedas descubiertas en Nürburgring. Es el 1 de agosto de 1954. Marcha hacia el triunfo. Viaja firme hacia la victoria… la victoria amarga. Porque solo él sabe cuánto hubo de costarle subirse a la “Flecha de Plata” y enfocar su mente para concentrase en guiarla a la meta final. Es que el día anterior, en las pruebas clasificatorias para aquel Gran Premio de Alemania, se había matado Onofre Marimón. El amado hijo de Domingo, de su caro amigo “Toscanito”.
En ese ya lejano año de 1954, la Mercedes Benz retornaba a las competencias de forma oficial y Juan Manuel Fangio había sido contratado por la casa germana como piloto principal para conducir sus revolucionarios bólidos. Sin embargo, como los coches estarían listos recién para el Gran Premio de Francia, el balcarceño hizo uso de una opción que le concedía el contrato y arrancó el torneo utilizando una Maserati 250 F, ganando en Argentina y Bélgica. Cuando Fangio se subió al Mercedes en Reims, “Pinocho” Marimón quedó automáticamente como piloto titular en la escuadra del tridente. Ganó el Gran Premio de Roma y se dispuso para encarar la competencia de Alemania a correrse en el “infierno verde” del Nürburgring. Pero sus ímpetus y ansias juveniles le tramaron una trágica jugada. Salió de boxes dispuesto a demostrar su valía sin esperar a Fangio, quien se había comprometido a guiarlo por las traicioneras curvas del trazado germano. El la bajada de Adenau la roja Maserati escapó al control de su piloto, dio un salto rompiendo el cerco de arbustos que bordeaba la pista y se desbarrancó irremediablemente. “Pinocho”, mortalmente herido sobrevivió apenas unos minutos y expiró junto a los restos de su máquina destrozada. Allí, en medio de la Selva Negra, se fue su vida, se apagó el fuego de su talento, se malogró su coraje…
El domingo tanto Fangio como González largaron la carrera, aún con el dolor lacerante por la pérdida del amigo querido. Froilán se mantuvo tercero parte de la prueba pero luego abandonó atormentado, con el corazón en duelo. Fangio se sobrepuso y no solo continuó sino que también ganó. Pero en el podio su rostro se veía abatido, con una triste mueca que apenas contenía el llanto. Había sido aquella su victoria más amarga.
Texto e ilustración: Alberto Guerrero
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