Desde aquel 1906, marcado como el año de la primera carrera de automóviles disputada en Argentina, las competencias se habían llevado a cabo en trazados abiertos, sobre caminos de uso público, o bien en circuitos adecuados especialmente y que en realidad eran pistas hípicas. La evolución lógica de la actividad año tras año, además de la dificultad creciente para controlar al público y cronometrar a los participantes derivó en la idea de construir un circuito de carreras adecuado a los autos y necesidades básicas que el automoilismo exigía. Así, en un terreno donado por la familia Oliveira César ubicado en lo que hoy es la intersección entre las avenidas General Paz y De Los Constituyentes comenzó la obra, en la que también participaron Paulino Furio, Pedro Malgor, Rufino Luro y J Cordero. Con lentitud por la necesidad de dinero casi constante, el sueño de la pista de carreras fue tomando forma. Sin planimetría de por medio, el dibujo respondía al gusto de sus mentores y constaba de un rectángulo con los ángulos redondeados, sin llegar a ser un óvalo ya que entre curva y curva existía una pequeña recta que las unía. Tribunas, torre de cronometraje y límite de la pista eran copia fiel de lo que se veía en los hipódromos. El piso, de tierra, fue apisonado con una sustancia a base de petróleo y no ofrecía la firmeza necesaria, el paralte de las curvas resultaba insuficiente y en base a estas dos cosas puntuales las críticas llovían sobre el novel escenario. Sin embargo, el 10 de Octubre de 1927 se inauguró oficialmente y con todo Buenos Aires sentado en las graderías.
La primera prueba realizada se denominó “Campeonato de la Hora”, siendo organizada por el Automóvil Club Argentino y con 12 participantes en línea de salida. El vencedor resultó Domingo Bucci sobre un Hudson, seguido por el Bugati de Próspero Pangaro y el seudónimo “San Martín”, también con Bugatti. A partir de allí, muchas fueron las carreras que se realizaron en el nuevo trazado, pimero registrado de la República Argentina. Sin embargo, poco a poco perdió vigencia y por ende comenzó a generar pérdidas económicas. Una nueva comisión directiva intentó salvarlo, se invirtió en el piso de la pista y en instalaciones complementarias, revitalizándolo parcialmente. Si bien las carreras volvieron a San Martín, los números siguieron sin cerrar y las puertas se cerraron en 1931, después de muchas jornadas gloriosas merced a nombres como los de Raúl Riganti, “Macoco” Alzaga Unzue, De La Fuente, Ernesto Blanco y muchos más.
miércoles, 11 de marzo de 2009
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