La historia dice que el “Mago” Oreste Berta, ávido de nuevos desafíos, doblegó la apuesta en 1970 y decidió llevar su ilusionismo a otras latitudes, tal como lo hiciera en el 69 con los Torino en Nurburgring. El escenario elegido para la nueva “función” fue nuevamente el largo y tortuoso dibujo teutón de la gesta en la “Marathon de la Route”, quizá por la necesidad de revancha, tal vez por el conocimiento previo que se tenía allí, seguramente por la suma de ambas cosas y algunas más. Con mucha capacidad y ayuda de su “varita” le dio vida al prototipo Berta LR, bautizado de esa forma por el importante apoyo de Patricio Peralta Ramos, mecenas principal del desafío y director del diario La Razón. Luego, se sumaron los encargados de esparcir la “magia” en cada curva: Luis Di Palma y Carlos Marincovich, dos referentes absolutos de las pistas locales por aquellos tiempos. ¿La carrera? Los 1000 Kilómetros de Sport Prototipo, uno de los “Grand Slam” automovilísticos de la época, donde las principales marcas y pilotos tenían un lugar asegurado. Lindo desafío y con altas ambiciones, como no podía ser de otra forma tratándose de un proyecto de Berta, además de un buen antecedente en la fecha del SP en Buenos Aires que abrió la temporada 70 de la especialidad, donde el auto se lució entre los Matra 650, Alfa Romeo 33.3, Lola, Ford GT40 y Porsche 908 siendo 3º en una serie y mostrando las “uñas” en la restante batería más allá del golpazo de Marincovich. El primer parámetro del LR no hizo más que potenciar las ilusiones en torno a la gesta, y allá fueron...
La troupe arribó a Alemania, instalándose pronto en el trazado para iniciar las tareas con miras a la clasificación. Empero, el primer escollo apareció temprano: la pista estaba inhabilitada hasta poco antes del comienzo de la exigencia cronometrada, debido al funcionamiento de una escuela de pilotos. El “Loco” y el “Ruso”, tales los apodos de los pilotos, deberían esforzarse al máximo para lograr un tiempo. Nadie dudaba que podrían hacerlo. Mientras tanto, el LR despertaba admiración en los boxes de uno de los templos del automovilismo mundial, y nadie podía creer que ese muchacho de blue jeans, mocasines, camisa y melena desprolija fuese su mentor. ¿Dónde es Argentina? Preguntaban algunos alemanes, que despejaban la duda gracias a la amabilidad del señor Peralta Ramos, quien oficiaba de traductor y encargado de relaciones públicas. Antes de iniciarse siquiera algún entrenamiento, el auto argentino ya despertaba asombro por sus cuidadas líneas, dándole al país la posibilidad de estar, una vez más, en boca de la elite mundial del deporte motor. Y la “frutilla del postre” a todo este reconocimiento llegó en la cena de gala realizada el viernes previo a la carrera, en la que Berta fue aplaudido a rabiar, aún más que John Wyer y Carlo Chiti, responsables de Porsche y Alfa Romeo respectivamente. El “truco” del “Mago” ya deslumbraba, pero aún restaba el remate del mismo, que dejaría boquiabiertos a todos.
Hasta tuvo tiempo Oreste de dar clase a los técnicos europeros. Había que tornear un buje de la suspensión, y se dirigió al camión taller para solicitar ese trabajo. Los encargados del taller móvil escucharon atentamente, y le dijeron al argentino que no había problema en hacer la tarea, pero necesitaban al menos media hora para concretarla. A Berta le pareció demasiado tiempo, y les pidió prestado el torno, a lo que loos germanos accedieron sin estar demasiado convencidos…En 7 minutos el buje estaba torneado, les agradeció y se fue…Al rato, estaban por lox boxes desesperados queriendo saber quien era ese mecánico y con qué equipo estaba..En medio de todas esas anécdotas increíbles, una buena noticia: se podría probar, merced a una muy oportuna gestión de Oreste. Los pilotos salieron a pista para tomar parámetros y chequear el funcionamiento del auto, pero percibieron un problema: el LR no tenía estabilidad en rectas. La solución no era nada sencilla: había que reemplazar las llantas, elemento que solo se adquiría en Lola Cars, Inglaterra. Era imposible para la época pensar en viajar y hacerse de las mismas con el tiempo para colocarlas en el auto, por lo que Peralta Ramos debió contactarse con un corresponsal suyo en Gran Bretaña para que hiciera el trámite. Conclusión: las llantas estuvieron a la hora de clasificar, otro “pase mágico” aunque esta vez a cargo del entusiasta Peralta. El tiempo de la tanda cronometrada, más que decoroso: 8.39, útil para ganar el 13º puesto de una grilla que tendría 88 protagonistas. Marincovich asimiló de gran manera la pista, sólo con algunos giros de la clasifica más algunos en un Audi particular con Di Palma de copiloto. Hasta ahí, la faena era brillante, pero faltaba mas..
Por la noche, había alegría y expectativa en la posada de Weisencheid. Berta, los pilotos, José Diez, Arturo Sanfeilú y Pascual Botta (mecánicos), Peralta Ramos y la señora de Berta, más algunos periodistas enviados desde argentina, mataban el tiempo con charlas, partidos de truco o scrabel, todo con una camaradería que hoy sería irrisorio ver en cualquier autódromo, en cualquier categoría. El domingo, a las 10 de la mañana, los autos participantes de alinearon frente a las tribunas, ante la ovación de doscientas mil almas que aguardaban los 1000 kilómetros. La largada fue deslumbrante, con las casi 9 decenas de esperanzas de todos los colores haciendo temblar el pavimento y las gradas. Y el primer asombro lo generó el Berta LR. Di Palma apilaba rivales para colocarse en el lote puntero. Ante la mioirada atónita de todos los presentes. Su apellido era más mencionado por los altoparlantes que el del mismísimo líder, pero en el sexto giro la ilusión llegó a su fin: el motor Ford Cosworth se rompí, y el auto quedó enmudecido en la curva Adenau. Una lluvia de apalusos recibó a auto y piloto al arribar a boxes. Di Palma no tenía consuelo, y el “Mago” le hizo una promesa, que serían campeones y dominadores absolutos del campeonato de SP argentino. ¿Qué pasó? La dupla se cansó de ganar en las pistas del país, con el LR equipado con motor Tornado y apoyo oficial de IKA.
¿Alguien se anima a pensar que el “truco” no funcionó? Berta no logró el resultado, pero se llevó algo más importante: respeto, reconocimiento, gloria. El pase mágico de Oreste no funcinó en Nurburgring. Hizo efecto en todo el mundo.
miércoles, 11 de marzo de 2009
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