El debut del auto fue en Agadir, Marruecos, con Guiseppe Farina al volante y una espectacular victoria, pero en la segunda presentación en Sicilia el auto evidenció serios problemas de tenida: Umberto Maglioli lideró hasta que se salió del camino y debió abandonar. Posteriormente, en las clásicas Mil Millas quedó confirmado que la 375 Plus era tan potente como indócil. Farina de despistó, destruyó completamente el auto y terminó en el hospital con un brazo roto y múltiples heridas. Por su parte, Maglioli y Paolo Marzotto también terminaron a la vera del camino. Se acercaba la fecha en Le Mans, y un mar de dudas inundaba Maranello.
Dos semanas antes de las “24”, en Silverstone y ante un pedido expreso del Commendatore, Jose Froilán González se sube a la Ferrari 375 Plus. Maglioli no conseguía adaptarse al auto, por lo que Enzo se decidió por “su” piloto, aquel que había llevado su obra al primer éxito en F1 tres años antes. Y, como no podía ser de otra manera, el de Arrecifes cumplió las expectativas: ganó bajo la lluvia doblegando a los Jaguar de Salvadori y Moss. Sobre piso mojado y con la ductilidad de “Pepe”, la 375 mostró evidentes signos de mejoría con miras a Le Mans.
Ferrari decidió concurrir a La Sarthe con tres autos. Las parejas eran Louis Rossier y Robert Manzon, Maglioli y Marzotto, y por supuesto Froilán junto al local Maurice Trintignat, elegido porque tenían similar altura, lo que descartaba cualquier modificación en el auto al cambiar de piloto. Los rivales a temer eran los Jaguar, de gran prestación, como así también los Cunningham. La pareja Rolt-Hamilton llegaban como anteriores vencedores, y por ende favoritos en la nueva edición. Froilán marcó la pole position con 4.22 a 198 km/h de promedio. La largada, ordenada según la cilindrada de los autos de mayor a menor, significó que Pepe partiera tras los Cunningham, pero en una vuelta los superó ( a pesar de equivocarse de botón al momento de darle marcha al auto) y comenzó a liderar la prueba. Los Jaguar comenzaron a viaajar en succión y descontaron terreno, pero a pesar de su mayor velocidad final (283 km/h contra los 280 de la 375) nunca lograron inquietar al argentino.
Prontamente desertaron las otras dos Ferrari, lo que facilitó la estrategia del equipo en pos de la victoria de Froilán, que tuvoa en la lluvia a un aliado perfecto. Trintignat cumplió su parte a la perfección, pero el “Cabezón” de Arrecifes manejó en los momentos críticos para darle una nueva alegría a su amigo Enzo, aunque con susto sobre el final: el auto tenía una entrada de refrigeración para el habitáculo, que debía cerrarse si llovía para que no se mojaran diversos elementos, lo que originó que en la última detención en boxes la Ferrari no arrancara…Los mecánicos debieron trabajar a destajo para secar varios elementos, y gracias a las dos vueltas de ventaja que ostentaba la dupla se pudo mantener la punta con comodidad, ya que el Jaguar escolta arribó a dos minutos. Como en Silverstone 51, el “Toro Salvaje de Las Pampas” dio una verdadera cátedra de conducción deportiva. Y, como si eso no alcanzara, en 1954 se consagró subcampeón de F1 tras Juan Manuel Fangio. Pero claro, esa historia merece un capítulo aparte.

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