miércoles, 11 de marzo de 2009

"Quémelo, Linares"

Hay carreras que hubiesen pasado casi desapercibidas a no ser por un simple y pequeño hecho ocurrido casi cuando la competencia está por dejar de ser tal, y eso sucedió con el Gran Premio del ACA de 1963. Las dos primeras etapas de dicha contienda las ganó cómodamente el auto de los hermanos Emiliozzi. Entre Mercedes y Santa Rosa y luego Mendoza, los de Olavaría hacen un récord brutal, pero en el tercer tramo surge la figura de un inspirado Carlos Menditeguy, quien llega primero por tiempo a La Rioja y se coloca en punta en la general. Posteriormente, “Charly” se afirma en el liderazgo, siendo noticia el avance de Juan Manuel Bordeu a la seunda plaza y en plena disputa con los Emiliozzi. En Arrecifes culminaba el GP, y hacia allí marchaba Menditeguy a fondo, sin especular a pesar de la brecha que lo separaba del resto. Nadie podía, en condiciones normales, quitarle al líder la victoria, pero…A 16 kilómetros del punto final, en una recta ondulada de la ruta 8, sucedió lo inesperado. El avión transmisor fue el primero en llevar la novedad: “Atención, Menditeguy a marcha lenta, se para al costado del camino, Linares trabaja en el motor, faltan solo 165 kilómetros y parece que no va mas!!” Miles de gargantes se enmudecieron. Quien venía ganando con autoridad dejaba la punta a muy poco de la llegada, luego de miles de kilóemtros sin problema alguno en su Ford. Carlos Paireti, segundo al momento, se sorprende cuando ve el auto detenido a la vera del camino. Su Arrecifes natal lo aguardaba como vencedor del GP, cuando ya tenía asumida la posición de escolta por la que había luchado y mucho a lo largo de la carrera. Cuando ambos se encontraron en el parque cerrado, Pairetti le dijo a Menditeguy “vos sos el ganador”, a lo que el “gentleman” Carlos respondió “ganaste vos y te lo merecías”. Ni aún mascullando una bronca tan grande el gran perdedor del GP perdía sus valores deportivos e hidalguía. Empero, cuando Linares ya había agotado recursos y ambos digerían en silencio el abandono en la ruta, ocurrió algo muy ocurrente. Cuando el copiloto y mecánico comunicó al piloto que era imposible seguir, éste no dudó y le dio una particular orden: “Quémelo Linares, quémelo”. Emiliozi fue campéon, Pairetti coronó su victoria con el subtítulo, y Menditeguy pasó a la historia con su histórica frase.

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