Ocasional copiloto en los años 1928 y 29, Juan se decidió, en 1936, a probar suerte al volante en una competencia. No era una prueba oficial, pero significaba correr una carrera en serio después de esas confrontaciones informales. Debió pelear contra la oposición familiar, que no fue tibia ni mucho menos: Los Fangio tenían otros planes para el joven. Nada de carreras, ni aventuras. Pero el destino ya estaba escrito hacía rato, y nada ni nadie podría detenerlo.
Benito Juárez fue el lugar, un Ford A modelo 29 modificado el auto, un abandono por una biela fundida el resultado, y la gran satisfacción, haber liderado hasta el retiro. La familia ganó la pulseada un tiempo, y Fangio se mantuvo alejado de las carreras por casi tres años. Su llama, sagrada si las hubo, nunca se apagó, y en ese tiempo planificó varias veces lo que sería su retorno a las carreras. En 1939, otra vez con Ford, el “Chueco” corrió su primera carrera oficial con un modelo 34, finalizando 5º. El resto, es una suma de logros a nivel nacional primero en el TC, para después escribir la gran historia en el mundo y darle forma al mito, que como bien titula un libro dedicado a su memoria, fue ampliamente superado por el hombre.
Nadie podía imaginar que ese chico que ese día punteó en Benito Juarez llegaría a ser quien es. Pero, posiblemente, haya llamado la atención de todos los que estaban presentes ese día. Y más de uno lo habrá señalado como un pibe con talento. No se equivocó.

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