miércoles, 11 de marzo de 2009

Genio y figura

La Temporada Internacional de 1949, tercera edición, mostraba nombres importantes a nivel mundial y predominio de Maserati modelo 1500. Alberto Ascari, Luigi Villoresi, Reginald Parnell, el Príncipe de Bira, Juan Manuel Fangio, Adriano Malusradi, Benedicto Campso y “Emart” tripulaban las temibles Maserati; en tanto Giuseppe Farina iba con Ferrari 2000 y Oscar Gálvez con un Alfa Romeo 3,8. La primera prueba se pactó para el 29 de Enero, denominada Gran Premio de la Ciudad de Buenos Aires”, en el circuito de Palermo, de 4865 metros; pero todo empezó muy mal: el francés Jean Pierre Wimille se accidentó durante una práctica con su Simca, perdiendo la vida en el acto..Con los ánimos en caída libre por la pérdida de un verdadero caballero de los circuitos, Ascari y Villoresi hicieron el 1-2 para Maserati, quedando tercero el Alfa de Gálvez, único que logró meterse entre las “1500”.
La segunda carrera fue una semana después en el mismo escenario.El sol de los días previos sacó al clima de la lista de preocupaciones, pero el domingo una clásica tormenta de verano se abatió sobre Buenos Aires. Los organizadores se lamentaban, pero luego pasarían a celebrar como un fanático más ante la tamaña demostración brindada por el ídolo.
En la vuelta inicial de la competencia, complicadísima por la lluvia que caía, Ascari pasó liderando el pelotón, seguido de Villoresi, Fangio, Gálvez, Farina y Bira. En la vuelta 5, Fangio intentó desplazar del segundo lugar a Villoresi pero se despista, quedando relegado. Por su parte, “Gigi” pierde el lugar de escolta merced a problemas en el motor que lo obligan a ir a boxes. Con nueve giros, el orden es Ascari, Farina, Gálvez, pasando a ser este trío el protagonista excluyente de la prueba lejos del cuarto, Fangio. Farina deserta en el giro 14, por lo que la lucha se reduce a Ascari, puntero, y Gálvez, escolta, quienes marchaban casi sin diferencia entre sus autos. La presión de Oscar, que manejaba casi adivinando el trazado por el spray que arrojaba el líder, hizo efecto en la Maserati puntera, que abandona con el escape colgando y el motor en llamas. A partir del giro 24, el “Aguilucho” se hace de la punta con absoluta tranquilidad, ya que el segundo, Fangio, estaba a dos vueltas de diferencia.
La hazaña se concretó ante el delirio de la gente que, estoicamente, soportó el clima para ver ganar al gran ídolo del automovilismo de la época, que ese día obligó a la troupe extranjera a aprender a pronunciar su nombre y apellido.

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