miércoles, 11 de marzo de 2009

Ganar, en lo que fuere

Un poco por la falta de cubiertas adecuadas, otro debido a la escasez de combustible, y en gran parte por la segunda guerra mundial, en mayo de 1942 se dió por terminado el Calendario Automovilístico de la CDA del ACA. Un decreto del gobierno nacional hacía suyo lo solicitado por el Ministerio de Obras Públicas, por el cual se prohibían expresamente las competencias de automóviles en todo el territorio nacional. Desazón total para los velocistas de la época, quienes sin embargo hallaron el modo de seguir generando adrenalina.
Aunque muchos de los hombres que trajinaban las pistas y las rutas por aquellos días se llamaron a retiro, otros se dedicaron a participar en otro tipo de competencias. Oscar Gálvez, por ejemplo, junto a Angel Pascuali, Serra Lima y otros se dedicó a las carreras de lanchas que, pese a que también utilizaban nafta, no estaban prohibidas. Oscar y Juan Gálvez corrieron y ganaron en aquellas embarcaciones llamadas “lanchas-automóviles” con motores dentro-borda y cascos de madera. Ellos construyeron y prepararon cascos y motores interviniendo, para sacarse el gusto, en algunas “picadas” que se hacían por los alrededores de Buenos Aires. Los Gálvez cambiaron las rutas del país y de América por los riachos del Delta y por la magnificencia del Río de la Plata. La velocidad seguía siendo su sentido de vivir. Fangio, en cambio, se dedicó de lleno al comercio recorriendo el país comprando cubiertas y vendiendo camiones.
Cada uno de aquellos héroes del volante, cubrían su tiempo como podían al aguardo de que la guerra terminara y se pudiera, nuevamente, saciar la sed de velocidad sobre un auto de carreras. La espera fue larga y tortuosa: Los autos volvieron a los caminos recien en 1946…
Cuando las acciones bélicas terminaron, las carreras no se iniciaron enseguida. Las carencias eran grandes y la falta de renovación de los autos durante el conflicto hicieron que durante aquel 1946 no se dieran las condiciones como para la estructuración de un calendario ni para el desarrollo de una actividad organizada. Hay hechos aislados en aquel 46, señales claras y tibias de reactivación: Las “100 Horas en automóvil”, realizada el 12 de Abril con un MG conducido por Angel Lo Valvo y Angel Pascuali en el circuito de Moreno. Los pilotos recorrieron 8511,905 Km en las 100 horas, batiendo así la marca que ostentaba Emilio Karstulovic anteriormente sobre 24 y 48 horas de marcha. Meses después, Umberto Sarcinella y César Fiumarelli dejaron atrás el récord de Lo Valvo y Pascuali cubriendo 8997,780 km en las “100 Horas Sanmartinianas” desarrolladas en Mendoza.
Ambos hechos mencionados, más dos carreras de Fuerza Limitada realizadas en diciembre fueron las claras señales del entusiasmo de corredores y organizadores para reactivar la actividad automovilística. Ya en el 47, el “Aguilucho” dejó el agua para volver a los caminos y circuitos, dejando ràpidamente en claro que no se había olvidado de lo que mejor hacía: ganó en las calles de Rafaela, en un trazado especialmente armado para formar parte de la temporada internacional. Luego, Oscar repitió en Bell Ville, Mar del Plata, Necochea y Montevideo para ser Campeón de Pista; y posteriormente a las “Mil Millas” se alza con el título de Campeón de Carretera, siendo “Rey” absoluto del automovilismo de ese año. El “Monstruo” había vuelto a su hábitat natural

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