lunes, 16 de marzo de 2009

Volando de noche

Respondiendo a la serie de modificaciones impuestas por la FIA en 1967 respecto del Campeonato Mundial de Marcas, entre las que se destacaban la baja de la cilindrada de los Sport Prototipos a 5000 cm3, Porsche trabajó en el modelo encargado de reemplazar a los vapuleados 904, 907, 908 y 910, que ya habían llegado a su techo de desarrollo y eran vencidos por las otras marcas participantes. El resultado de la evolución fue el modelo 917, destinado a recuperar la supremacía que la casa de Stuttgart siempre ostentó dentro de la especialidad y que, logros mediante, se convirtió en una verdadera leyenda de las pistas.
Porsche inició la temporada ’69 con el 908, y en la sexta fecha, en el también mítico trazado de Spa-Francorchamps, hizo su presentación el 917, que mostró dos características salientes: Por un lado, la potencia, aceleración y velocidad del “proto” eran notables; pero esto generaba una dificultad grande para guiarlo, por lo que el primer problema estaba planteado.
En las primeras presentaciones, el 917 fue confiado a pilotos de segunda línea, ante la negativa de los “top drivers” de conducirlo, prefiriendo los lentos pero seguros 908. Esto generó muchas horas extra de trabajo para los ingenieros de Porsche, quienes incansablemnete buscaron soluciones para que el “monstruo” fuese más dócil, algo que lograron en buena medida, más allá que el auto siempre resultó dificultoso de manejar.
Luego de que los pilotos decidieran tripularlo, no tardaron en llegar los triunfos y récords: de 21 carreras disputadas entre el ’69 y el ’71 el 917 se impuso en 14, logró igual cantidad de pole position, fue campeón en ’69, ’70 y ’71 (respaldado por los puntos del 908) y estableció marcas que se mantienen hoy día, como el promedio de velocidad y cantidad de vueltas dadas en las 24 horas de Le Mans, carrera por excelencia del Mundial de Marcas, como así también la mayor velocidad final: en los ensayos nocturnos para Le Mans 1971, el 917 conducido por Jackie Oliver registró 396 km/h…
En 1971, y ante los esfuerzos truncos por parte de Ferrari, Alfa Romeo y Matra por vencer a los Porsche, la FIA sorprendió con otro cambio reglamentario: Esa temporada sería la última en la que podrían correr los 917. El auto contaba con su mejor versión, con 600 HP y un chasis que se comportaba de manera excelente, lo que lo hacía inalcanzable para el resto, y conjugaba con eso una terrible efectividad basada en confiabilidad.
Entre los pilotos argentinos, Pablo Brea, Angel Monguzzi y Jorge Omar del Rio tuvieron el honor de conducir 917 en diferentes pruebas, dentro de equipos particulares
“Para terminar primero, primero es necesario terminar”, era el lema de Helmut Bott para con el equipo. Y el Porsche terminaba las carreras, las ganaba, y cerca estuvo también de terminar con la categoría merced a su dominio. Un auto único, histórico, que a todo fan del automovilismo maravilló y aún maravilla.

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