1978. El Turismo Carretera atravesaba su etapa más conflictiva de la década, con un dominio del equipo oficial Ford que nadie podía detener deportivamente, y que navegaba en un mar de dudas relacionadas a la validez reglamentaria de los Falcon oficiales. Juan María Traverso, a la postre campeón del ejercicio, y Héctor Gradassi, maestro y coequiper del ramallense, se imponían en 9 de las 15 reuniones del calendario, casi sin rivales más allá de los tibios intentos de ofrecer lucha de Antonio Aventín (Tony Pedré por aquellos años), Miguel Atauri y Federico Urruti, ganadores de una fecha cada uno con sus coupé Dodge GTX, y de Jorge Recalde, quien se convertía en el único vencedor del torneo con Chevrolet. Eso, claro está, contando a los rivales de los del óvalo que corrían con autos típicos de TC. Si, autos de TC, los mismos (salvando las diferencias técnicas, que son muchas) que hoy integran la grilla de la mítica categoría. Pero también los Falcon cedieron en dos fechas con un auto muy particular, de porte pequeño, cilindrada inferior y por ende menos potencia, pero virtudes de sobra a la hora de doblar y frenar en relación a los “pesados” TC
El Dodge 1500 se incorporó al TC a inicios del 78, en un torneo nocturno para no ganadores desarrollado en el mes de Febrero que se disputó durante tres sábados seguidos, siempre en el autódromo de Buenos Aires. José Miguel Pontoriero se presentó con el “milqui”, que era mirado con recelo y subestimado por los habituales protagonistas de la categoría, pero mucho no duraron estas apreciaciones: El “Tero” punteó la primera carrera y se despistó a poco del final. La prueba se disputó con piso mojado, y en ese item se buscó la explicación al “fenómeno”, aduciendo que el bajo peso de la unidad había calzado muy bien bajo esa condición de piso. Antonio Aventín, bajo el seudónimo apuntado líneas arriba, se quedó con la contienda sobre su Dodge GTX, “hermano mayor” del pequeño desafiante. En la fecha 2, el 1500 confirmó, con piso seco, que era un auto a temer. Pontoriero ganó con autoridad, haciendo gala de las bondades del auto y dejando boquiabiertos a los teceístas. Claro, nuevas excusas surgieron, y eran más valederas que las esgrimidas anteriormente. El certamen era para pilotos que aún no sabían lo que era ganar, sin la presencia de los más encumbrados del momento y, sobre todo, sin los Falcon oficiales. Marcos Loiocco venció en el cierre del mini-campeonato, y todo parecía volver a su curso normal en el TC, pero…
El 5 de Marzo Traverso se impuso en Tandil, iniciando su marcha hacia el bicampeonato. Una fecha después, la cita era en Mendoza. Ahí, nuevamente presencia de un Dodge 1500, ahora en manos del experiente Carlos Pairetti…Y “Il Matto” no perdonó: triunfazo con todos en pista, reconfirmando cuál podría ser el destino de la especialidad a corto plazo: una jauría de autos de menor cilindrada, que sin dudas se llevarían la mayor cantidad de carreras en autódromos. Así, previendo una convivencia que no se vislumbraba sana para un TC que ya tenía varias cuestiones, la CDA del ACA (en ese momento el TC tenía esa fiscalización, cuya denominación era CADAD) decidió crear una divisional para ese tipo de vehículos. En 1979, y con un Torneo Presentación que ganó Osvaldo “Cocho” López a bordo de un Peugeot 504, comenzó a escribir su historia el TC2000.
Sin saberlo, los aventureros de los pequeños Dodge dieron vida a la segunda gran categoría argentina, que con el tiempo se convertiría en la más tecnológica de Sudamérica. Como no podía ser de otra forma, el TC dio a luz a una hija pródiga, digna a través de toda su historia de seguir en importancia a ese orgullo nacional que fue, es y será el Turismo Carretera.
lunes, 16 de marzo de 2009
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